diumenge, 21 d’octubre del 2012

¡Esto no se llena nunca!


Evidentemente aquí tenemos un problema...
¡Cuántas veces clamamos a Dios por una llenura, por ese derramamiento de Su Espíritu que todos anhelamos con la expectativa de que toda nuestra vida será llena hasta rebosar.
Y en muchos casos, a pesar del paso de los años, nos damos cuenta que esa plenitud esperada no acaba nunca de llegar.
Hay dos motivos resultantes para esto:
1. 
Lo que Dios tiene para darnos, es tanto, que nunca llegará ese día en el que hallamos alcanzado la plenitud de Su Presencia, Dios tiene hoy algo nuevo para darnos, y así será también mañana. ¡Aleluya!.
2. 
Por otro lado, a veces nuestra vida no recibe, o no se llena con lo que Dios nos regala hoy, porque al igual que ocurre con el cubo de la imagen, grietas, que el pecado erosiona desde el interior de nuestro espíritu, no permiten que nuestra vida mantenga la copa hasta estar rebosando.

Hay que venir con ese par de dedos de frente espiritual a la Presencia de Dios en arrepentimiento genuino, y permitir que el perdón de Dios restaure toda grieta desde el interior, porque tapones externos no sirven. La restauración solo Dios puede operarla, solo desde dentro es efectiva, es hora de tomar la decisión firme de reparar todo aquello que nos impide llenarnos con la gloriosa unción de Dios.


"UNGES MI CABEZA CON ACEITE, MI COPA ESTÁ REBOSANDO".

diumenge, 14 d’octubre del 2012

Navegando en la arena


     Mucho más lento que en situaciones más fáciles, pero todo paso avanzado en medio del desierto es fruto de una lucha que nos hace más fuertes. Todo aquel que sirve a Dios, atraviesa tiempos de desierto. Pero en el silencio de la oscura noche del desierto, la voz de Dios debe escucharse profundamente y el destello de una zarza ardiendo, debe llamar nuestra atención.     ¡Dios ayúdanos a convertir nuestros desiertos en tiempos de aprendizaje, 
para volver, como Moisés, con un interior más a Tu Estilo!.

dimecres, 18 de juliol del 2012


      En medio de la oscuridad, es cuando podemos ver en el cielo pequeñas luces, son lejanas estrellas que nos transmiten luz, pero que no nos alumbran. Sin embargo, inmersos en la tremenda oscuridad, tenemos la tentación de agarrarnos a cualquier luz que se ve a lo lejos, aunque no sea La Luz que alumbra nuestra vida.
A veces agarrarnos a aquello que en la noche de nuestro momento, destella luz, nos hace seguir caminando sin que nada alumbre nuestro camino, sin calor para nuestro ser, y exactamente en las mismas tinieblas.
Sin embargo, en la mañana, cuando sale el sol, todas esas pequeñas luces que vislumbrábamos, todos esos millones de destellos, a los que nos aferrábamos para intentar ver algo, cuando nada se ve, desaparecen, no pueden verse. Porque la poderosa luz del sol cubre esas diminutas luces. Solo la potente luz solar tiene la capacidad de alumbrar nuestro día, de dar calor a nuestro cuerpo, de traer vida.
De la misma manera, Cristo, como La Luz verdadera que alumbra nuestra vida, aparecerá pronto, nos sorprenderá en medio de las tinieblas, y entonces todo lo que nos parecía luz, desaparecerá. No nos distraigamos con luces que no alumbran nuestro camino en los momentos de tinieblas. Os aseguro que es bastante fácil hacerlo, pero solo desviarían nuestra vida del camino marcado cuando estamos en La Luz. 

Eduardo Sanz. 18-07-2012.

dilluns, 14 de novembre del 2011

Un dia un campesino le pidio a Dios que le permitiera mandar sobre la naturaleza, con el objetivo de que le rindieran mejor sus cosechas. ¡y Dios se lo concedio!
A partir de ese dia, cuando el campesino queria lluvia ligera, esta llegaba; cuando pedia sol, brillaba en todo su esplendor; si necesitaba mas agua, entonces llovia mas intensamente... Pero cuando llego el tiempo de la cosecha, su sorpresa fue enorme. Le pregunto a Dios: ¿por que la cosecha fue mala si el habia puesto los climas que creyo convenientes? Dios le respondio: "Tu pediste lo que querias, pero eso no era en realidad lo que convenia. Nunca pediste unatormenta y las tormentas son necesarias para limpiar la siembra, ahuyentar a las aves y a los animales que la destruyen y purificarla de plagas que son muy destructivas".

Las tormentas en la vida son necesarias para que se produzca una cosecha correcta.
Sea esta tormenta un tiempo para purificar la tierra, mi tierra. Se destruyan las plagas que han causado daños, y se purifique todo el campo para una proxima siembra que produzca mayores cosechas.

diumenge, 30 d’octubre del 2011


Reeditado desde Palabras de vida. ABRIL 2008.
  
   Si te quejas de que nadie te saluda, probablemente tampoco sabes saludar a los demás. Si todos te ven feo, quizá no te has dado cuenta de que vives con cara de pocos amigos.
Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Fil. 4:8).

Te invito a que hagas un pequeño experimento: camina por la calle sonriendo a la gente y verás que todos te sonreirán a ti, bueno, a veces no todos. Las actitudes que tomamos repercuten sobre nosotros mismos.
Si le das patadas al perro, no esperes que deje de ladrarte cada vez que llegues.
Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la Ley y los Profetas. (Mt. 7:12)

Lo que dices recibes.
 Si el hombre quiere que su esposa le ame y le atienda, él también tiene que atenderla a ella. Si quiere que sea amorosa, entonces más vale que no llegue ladrando como un perro rabioso, lanzando gruñidos sin ton ni son. Tenemos que ser reflejo de lo que queremos recibir de los demás.
¿Cuál es tu actitud hacia Dios?
  Esto determina la actitud que Dios va a tener hacia ti. Prov. 8:17 dice: yo amo a los que me aman. Podemos hacernos la siguiente pregunta: Si no vas a la casa de Dios, ¿por qué ha de  ir Dios a tu casa?. Si tú no escuchas a Dios y obedeces sus mandamientos, ¿por qué habría Él de escucharte y hacer caso a tus peticiones?. Si no le das tus diezmos a Dios, ¿por qué ha de bendecirte?.
La actitud con que queremos que Dios nos trate, también hay que mostrarla hacia Él, empezando por la gratitud. Fil. 4:6 nos dice, Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios con toda oración y ruego con acción de gracias.
La gratitud abre las puertas a los milagros de Dios. Puedo asegurarte que cuando Jonás estaba dentro de un pez, no se sentía en clase Premier.
Había estado rogando que el Señor lo sacara de ahí y nada sucedía, pero en el verso nueve del capítulo dos dice: Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificio.

En cuanto empezó a dar gracias a Dios, ese bicho gigante dio la vuelta y se dirigió a la orilla del mar para vomitar a Jonás.
Jesús dio gracias.
 Vemos a Jesús en medio del campo, frente a una multitud de personas hambrientas. Él no tenía más que dos peces y unos cuantos trozos de pan. Como cristiano trato de ponerme en su lugar y francamente, el cuadro es aterrador.
Es asombroso lo fácil que resulta capotear al toro desde las gradas. Sin embargo Jesús supo precisamente qué hacer: tomó el pan, y habiendo dado gracias… ¡gratitud al Señor! ¡Entonces fue cuando Dios hizo el milagro!.
Cuando resucitó a Lázaro después de cuatro días tras su muerte, estando ya en estado de descomposición, Jesús elevó los ojos a lo alto y dijo: Padre, te doy gracias. ¿Gracias? ¡Por qué, si estaba muerto! ¡Había empezado ya a descomponerse! Y habiendo dicho esto clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! En medio de nuestras  peores circunstancias tenemos que empezar a dar gracias a Dios.
Muchas veces estamos tan mimados que no sabemos agradecer las cosas sencillas que disfrutamos cada día.
Una pareja solicitó que orara por su hijita que estaba en el hospital. Había estado enferma toda su vida y nunca se recuperaría de su condición de parálisis, ellos solamente querían que orara por una bendición. Al ver aquella criatura se me hundió el alma hasta los pies. Estaba consumida hasta los huesos y tenía llagas en la espalda por estar confinada a la cama tanto tiempo. Cuando salí de la habitación los padres estaban muy agradecidos, lo único a lo que podían aspirar era a una leve mejoría para que la niña no sufriera tanto. Me subí a mi coche y lloré delante de Dios.
Tuve que darle gracias por la salud de mis hijos y el hecho de que nunca había tenido que verlos sufrir en un hospital de esa manera.
Si tú eres una de esas personas que dicen no tener nada de qué darle gracias a Dios, te invito que vayas a un hospital y veas a las personas conectadas a los aparatos de vida artificial para que sientas gratitud por tu capacidad de disfrutar del aire que respiras.

Que veas a aquellos que por algún accidente han perdido la vista y nunca jamás volverán a ver el rostro de sus hijos o la puesta del sol. Te aseguro que sentirás gratitud por el don de la vida.
Te invito a visitar a alguna persona que ha perdido una de sus extremidades para que puedas darle gracias por tu capacidad de desplazarte y extender los brazos para estrechar a tus seres amados. ¡Hay tanto que agradecerle a Dios!.
Si fueras a un hospital infantil y contemplaras la angustia de un padre que llora por un bebé que está en agonía, seguramente te inundaría un alivio y una inmensa gratitud hacia Dios por tus hijos.
Tu actitud es contagiosa.
  Es como cualquier virus, ¡se pega!
Pablo fue apedreado, golpeado, dejado por muerto, sufrió naufragio, le picaron víboras venenosas, fue criticado, perseguido, aprisionado y abandonado.
¿Pero cuál fue su actitud? Antes en todas estas cosas, estas leves tribulaciones momentáneas producen en mí cada vez más un excelente y eterno peso de gloria.

Tenemos que tener una actitud contagiosa, ser personas maduras que enfrentan la vida con dignidad en vez de echarnos al suelo pataleando. Aprender de los golpes y ser un ejemplo que valga la pena seguir.


diumenge, 27 de març del 2011

Tsunami, esto va en serio.


Remirando las imágenes, tremendas, del desastre terrible producido por el terremoto y el tsunami en Japón, he estado pensando algunas cosas:

1.       Imagina que de la noche a la mañana tus seres queridos han sido tragados por una ola gigante que invade tu país.
2.      Imagina que de la noche a la mañana lo pierdes todo. Tu casa, flotando como si de una barca se tratara, tu coche destrozado por completo y a kilómetros de donde normalmente lo aparcas. Incluso, imagina que tienes un barco y que queda hecho añicos por la potencia terrorífica de las aguas.
3.       Imagina que de la noche a la mañana se destruye parte de tu país. Y no de un