dimecres, 18 de juliol del 2012


      En medio de la oscuridad, es cuando podemos ver en el cielo pequeñas luces, son lejanas estrellas que nos transmiten luz, pero que no nos alumbran. Sin embargo, inmersos en la tremenda oscuridad, tenemos la tentación de agarrarnos a cualquier luz que se ve a lo lejos, aunque no sea La Luz que alumbra nuestra vida.
A veces agarrarnos a aquello que en la noche de nuestro momento, destella luz, nos hace seguir caminando sin que nada alumbre nuestro camino, sin calor para nuestro ser, y exactamente en las mismas tinieblas.
Sin embargo, en la mañana, cuando sale el sol, todas esas pequeñas luces que vislumbrábamos, todos esos millones de destellos, a los que nos aferrábamos para intentar ver algo, cuando nada se ve, desaparecen, no pueden verse. Porque la poderosa luz del sol cubre esas diminutas luces. Solo la potente luz solar tiene la capacidad de alumbrar nuestro día, de dar calor a nuestro cuerpo, de traer vida.
De la misma manera, Cristo, como La Luz verdadera que alumbra nuestra vida, aparecerá pronto, nos sorprenderá en medio de las tinieblas, y entonces todo lo que nos parecía luz, desaparecerá. No nos distraigamos con luces que no alumbran nuestro camino en los momentos de tinieblas. Os aseguro que es bastante fácil hacerlo, pero solo desviarían nuestra vida del camino marcado cuando estamos en La Luz. 

Eduardo Sanz. 18-07-2012.