diumenge, 13 de març del 2011


QUE NO SE PONGA EL SOL…

Una de las enseñanzas de Jesús repetidas miles de veces en diferentes medios de comunicación es aquella que encontramos en Efesios 4: 26: “Que no se ponga el sol sobre tu enfado”.
Una enseñanza buena y que produce buenos resultados, pero que se nos hace una y otra vez muy difícil ponerla en práctica, o sea, vivirla en serio.
Porque seguro que todos, y tú que lees esto también, hemos dejado que se ponga el sol, y no solo que se ponga, sino que salga de nuevo al día siguiente, y al otro y al otro, y así por años, sin que nuestro enfado haya variado.
De esta manera necia, hemos perdido amigos, compañeros de trabajo y de ministerio, familiares queridos y otras personas, por el simple hecho de no reconocer, bien porque no podemos o bien porque no queremos, siempre por lo segundo, nuestros errores, nuestras ofensas, nuestras malas reacciones a las palabras de otros, aunque los otros tampoco hayan actuado con suma delicadeza, lo cual suele ocurrir en demasía.

Y esos son los malos de la película, los otros, siempre los otros, pero no nosotros.
Si Jesús nos dio esta enseñanza es porque aunque ciertamente cuesta, no es imposible, no es tan difícil, solo requiere cierta dosis de humildad, a mayor humildad mayor velocidad para solucionar enfados. Un simple “perdóname”, que mira que cuesta decirlo, pero que tiene un ¡poder!, una efectividad maravillosa, puede cambiar la oscuridad de la noche en la plena luz del mediodía.
Y con una palabra como esa o similar dejaríamos que el sol se pusiera tranquilo para que nosotros durmiésemos plácidamente, sin tormentos, sin desvelos, sin esa amargura que empieza a crecer, y con el tiempo se endurece. La amargura que se crea al no reconocer nuestras propias culpas.
Cada día que dejamos que el sol se ponga sin permitir que el Espíritu Santo de Dios ablande nuestra dura amargura, es un día en el que hemos perdido la maravillosa experiencia de vivir con pasión.
Por eso, hoy mismo, es un buen día para soltar todos tus enfados, malos rollos, odios, y cosas parecidas y dejar que el sol se ponga en paz, la misma paz que nace en tu corazón.





Eduardo Sanz.
Viviendo en paz que bien se vive.